Se avecina el juego de Perú, lo blanco y rojo inunda cada punto de mi espacio y tiempo. Se sincronizan de manera automática mi ser biológico y social. Memoria y genes rugen como fieras. Estrangula mi 100% de ansiedad. Sobrevivo viendo, oyendo y bebiendo como un animal. Seguro que mañana reiré o lloraré, y preguntarán si valió la pena ese comportamiento. A ellos les responderé como siempre que sí valió. Porque esos 36 paños nos hermanan, nos unen y concelebramos el gol como un aumento salarial o nacimiento de un hijo. Por eso ayer me aseguré dos tintos de Queirolo. Serán más sabrosos si ganamos, pero también me acompañarán comprensivamente en caso contrario. Muchas veces estuve en el ruedo como actor. Ahora me toca la tribuna. En ambas situaciones la emoción rebasa. Antes desde la mañana el hambre huía, mientras la mente se focalizaba en la lucha. No obstante, frente al rival y con el rodar de la engreída todo cambiaba. Ahora desde el aplauso mi interior no se f...
El ambiente tiene aires dolorosos. Los minutos se extienden insensibles. Camino en una infima dimensión. Dónde están los aleados. Solo un sendero brumoso otea el inicio. Culpables son los antes vitoreados. Ni juventud ni bethoven valieron. Somos procreadores de biología inversa. Los inmóbiles fríos perennes rien y Comen flores oyendo azucenas doradas. Mientras esperamos artificiosos analgécicos. Balanceando el mañana asidos del ayer. La Pluma del Viento Pueblo Libre 3 de julio de 2019